Tal vez extraáo tu guitarra que no suena, esa canción que tristemente se apagó, una mirada permanente de un amigo que para el cielo se marchó. Unos que lloran sin pensar porque te amaban, y otros que se preguntan por qué pasó, pero en mi angustia, yo sé que donde estás estás mucho mejor que yo. Ya verás, que algún día allá en Su gloria nos volveremos a encontrar. Y en algún rincón del cielo nos pondremos a cantar esa dulce melodía que ferviente sonará (que Jesús preparará). Te admiraba porque cuando tocabas tu guitarra, alababas con deseo el nombre del Seáor, de ti perdurará por siempre ese ejemplo joven que amaste a Dios.