Éramos fuego, una llama encendida,
Pero el tiempo, sin prisa, nos robó la salida.
Entre promesas que olvidamos cumplir,
El amor se apagaba, sin darnos cuenta al ir.
Se va muriendo sin un adiós,
Como arena en las manos que cae sin voz.
Sin mirar, sin luchar, sin cuidar la razón,
Nos volvimos extraños en el mismo rincón.
Los días repetidos, palabras vacías,
La rutina en silencio nos tejía su guía.
Las cenas sin hablar, los gestos en eco,
Fuimos cayendo sin sentir el peso.
Se va muriendo sin un adiós,
Como arena en las manos que cae sin voz.
Sin mirar, sin luchar, sin cuidar la razón,
Nos volvimos extraños en el mismo rincón.
Cada "te amo" que no se pronunció,
Cada sonrisa que en silencio murió.
La piel que fue nuestra, ahora es tan ajena,
Un susurro apagado en medio de esta pena.
Nos perdimos buscando quién tiene la culpa,
Sin ver que el amor necesita su lucha.
En la rutina olvidamos el fuego cuidar,
Y ahora, en cenizas, ¿cómo volver a amar?
Se va muriendo sin un adiós,
Como arena en las manos que cae sin voz.
Sin mirar, sin luchar, sin cuidar la razón,
Nos volvimos extraños... sin dirección.