Debería ir a buscar los regalos que te he dado
Debería ir a quemar las cartas que he guardado
Y las cenizas de este fuego irlas a soplar
Y las mentiras de tu juego llevarlas a enterrar
Pero sólo te perdono ¡qué ironía! Como el poeta aquel doy la otra mejilla
Sólo te perdono, y en silencio se agolpa aquí todo tu recuerdo
Pues te amo, pues te amo
La miel de tu sonrisa embriagó a mi confianza
La red de tus caricias atrapó a la perspicacia
Y las columnas de tu piel me hicieron caer
Y mil ternuras por doquier, aún me hacen padecer
Pero sólo te perdono ¡qué ironía!
Como el poeta aquel doy la otra mejilla
Sólo te perdono, y en silencio se agolpa aquí todo tu recuerdo
Pues te amo, y no puedo, hacerte ningún mal, desearte ninguna calamidad