En el mar he oído hoy, Seáor, tu voz que me llamó y me invitó a que me entregara a mis hermanos. Esa voz me transformó, mi vida entera ya cambió, y sólo pienso ahora, Seáor, en repetirte: Padre Nuestro, en ti creemos, Padre Nuestro, te ofrecemos, Padre Nuestro, nuestras manos bis de hermanos. Cuando vaya a otro lugar, conmigo Te quiero llevar a mis familia y a mis amigos y seguirte, porque Tú eres el Amor, porque tu Nombre es la Verdad, porque jamás me cansaré de repetirte Cuando miro alrededor, Seáor, me cuesta comprender, me siento solo y al hablar me quema un grito. Se confunde con dolor, Seáor, la dicha de saber que estás de nuevo junto a mí. Te necesito.